Disciplina con amor significa, simplemente, centrar la paternidad en la empatía y en el respeto.
Pocos padres están preparados para el torbellino emocional que acompaña el enamoramiento de su primer bebé. Cuandos tienen en sus brazos la vida de su nuevo hijo, se establece entre ellos una confianza sagrada y abren su ser a nuevas fronteras de compasión hacia otras personas. Cuando llega el momento de proveer guías y límites para esta persona tan importante, Los padres se pueden encontrar repensando los viejos conceptos sobre disciplina y lo que significa ser padres. El bebé puede haberles enseñado que cuando se trata de nutrición, de sueño y de ser cargado, pueden creer en sus intuiciones y en su propia voz interior por encima de las voces externas que les dicen qué es lo que “deberían” estar haciendo. Es reconfortante descubrir que son los expertos que más conocen a su propio hijo. ¿Puede ser cierto lo mismo en lo que a disciplina se refiere? Si, pueden creer en lo que su corazón les indique al respecto. Si se lo permiten, su hijo siempre los guiará hacia caminos amorosos. Los padres pueden hacer de la comprensión y el respeto el eje de su manera de ser padre/madre.
¿Cuáles son algunas de las metas de la disciplina con amor?
Muchos padres que se encuentran atraídos por la disciplina con amor comparten la idea de la importancia central que tienen la empatía y el respeto para lograr sus metas como padres. Probablemente es justo afirmar que, independientemente de su estilo de ser padres, la mayoría de papás quiere que sus hijos desarrollen la habilidad de satisfacer sus propias necesidades de una forma que funcione adecuadamente para sí mismos y para los demás. Los padres que practican la disciplina con amor también desean otras cosas. Posiblemente algunas de estas metas les pueden sonar familiares:Seguridad. Queremos que nuestros niños se sientan seguros con nosotros, de manera tal que podamos ser fuente de credibilidad a la que nuestros hijos se puedan dirigir a lo largo de sus vidas.
“Quiero que mis hijas vean su relación conmigo como un lugar para refugiarse, como un lugar al que se puedan retirar para encontrar honestidad, amor incondicional y soporte. Quiero enseñarles a que me crean, no a que me teman. Quiero preservar las tiernas almas que veo en ellas”, Liz M.
Compañerismo. La disciplina con amor es una manera de formar equipo entre padres e hijos. Reconocemos que el comportamiento de nuestros hijos es un reflejo de su edad y de su nivel de desarrollo y que algunos comportamientos son difíciles de enfrentar. A la vez que queremos guiar sus comportamientos indeseables, queremos ver los sentimientos y necesidades que se encuentran detrás de dichos comportamientos y ayudarles a satisfacer esas necesidades de manera más constructiva, a medida que crecen. Reconocemos que crecer toma su tiempo. La calidad de la relación padre-hijo, más que la presencia o ausencia de comportamientos particulares, es la mejor medida de la efectividad que tiene la disciplina con amor.
“La mayoría de padres quieren saber qué va a “funcionar”, como si la disciplina fuera algo mágico que hiciera que el niño nunca se portara mal. La disciplina con amor anima a mi hija a estar conmigo y no contra mí; y a mí, a estar con ella y no contra ella. Realmente creo que es algo que nos lleva a tener una relación más feliz y más positiva en general. Le da a mi hija la sensación de que ‘Mamá y yo estamos juntas en esto’ en vez de Es mamá contra mí”. Elizabeth B.
Construir mejores opciones. Al mirar las intenciones positivas que se encuentran detrás del comportamiento de nuestros hijos, podemos construír mejores opciones para la próxima vez, lo cual constituye un acercamiento infinitamente más positivo que simplemente erradicar el comportamiento indeseado. En la medida en la que trabajamos con nuestros hijos para resolver los problemas, podemos ayudarles a aprender a ser personas que buscan soluciones de manera efectiva.
“Para mí, la disciplina con amor es una forma de criar niños que se centra en construirlos y no en destruírlos. Este método de ser padres muestra respeto por los niños como seres humanos y les enseña a hacer lo mismo con los demás”. Carissa D.
Autodisciplina. Queremos que nuestros niños desarrollen su propio sentido de autodisciplina. Para lograrlo, no queremos que su voz interior se encuentre aplastada por nuestra voz, más bien queremos proporcionarles guías adecuadas y modelar su rol. Queremos que crezcan como las buenas y lindas personas que son.
“Mi meta es que mi hija mantenga “intactas” todas las partes innatas de su personalidad, con las que nació. Creo que las técnicas de disciplina no-tiernas le enseñan a los niños a esconder, suprimir e incluso odiar partes de sí mismos que son la causa de que sus padres los invaliden, irrespeten, subestimen o golpeen. Los niños curiosos a los que se les dice repetitivamente ‘no’, pronto cierran su curiosidad. El niño sensible que es regañado por llorar o por protestar injustamente, aprenderá a ser duro consigo mismo”. Mariah W.
Fomentar respeto y empatía. La disciplina con amor nos permite proteger y cultivar más los elementos humanos en nuestros niños, mientras que los métodos tradicionales de disciplina tienden a pasarlos por alto.
“La disciplina con amor parece ser el camino obvio hacia los elementos claves en la felicidad real: sensación de conexión con otros, amor propio y habilidad para expresar sentimientos y necesidades con el fin de que éstas sean satisfechas”. Dore T.
Al hacer énfasis en la empatía y el respeto en cada interacción, la disciplina con amor cultiva estas cualidades en cada paso del camino, en nosotros y en nuestros niños.
“Si yo quiero que mis hijos aprendan empatía, tengo que mostrar empatía hacia ellos. Si yo quiero que aprendan respeto, tengo que respetarlos a ellos”. Michelle N.
¿Es “disciplina” una palabra tan negativa?
Muchos padres se asustan con una palabra que evoca imágenes de una figura autoritaria yendo por el temido cinturón, o expresando un “al rincón”. Los diccionarios no son de gran ayuda, pues igualan disciplina con “entrenamiento”, “castigo” y “obediencia”. El mundo occidental ha asociado castigo, entrenamiento y control con el concepto de disciplina.
Pero en su raíz, disciplina simplemente significa “enseñar”. Como padres, construimos nuestra propia cultura familiar en todas las facetas y eso incluye nuestras concepciones sobre lo que es enseñar y aprender. Pocos de nosotros aprendemos mejor cuando estamos avergonzados y culpabilizados o cuando las ideas de otro son siempre impuestas sobre las nuestras.
Hay otra connotación sobre la palabra disciplina y es entenderla como un curso de estudios, como una práctica. Ocuparse pacíficamente de su hijo es, de hecho, una práctica a lo largo de toda la vida y que paga muchos dividendos personales, e incluso espirituales. Al emplear la disciplina con amor, usted puede encontrar que está aprendiendo tanto como su hijo.
¿Cuál es la fortaleza de la disciplina con amor?
¿Puede la disciplina con amor ser dura también?
En principio, la frase “disciplina con amor” puede evocar la idea de disciplina débil e ineficaz. Puede recordar familias en las que no hay límites, donde los niños controlan a sus padres, o niños egoístas e impulsivos que nadie quiere tener alrededor. O tal vez se piensa en padres temerosos de decir no por las pataletas de sus hijos. Ese tipo de crianza existe, pero es más adecuado llamarlo “crianza permisiva”. Afortunadamente, la disciplina con amor no tiene nada que ver con este ineficaz y problemático estilo de criar. La disciplina con amor es fuerte y efectiva. Veamos cuatro mitos respecto a la disciplina con amor, que contribuyen a crear dudas con respecto a su efectividad:
Mito 1: La disciplina con amor significa ausencia de límites. Ser respetuoso y compasivo hacia los hijos y consigo mismo, significa tener límites adecuados. Un padre no está respetando a su hijo si le permite pisotear a los demás, así como tampoco se está respetando a sí mismo ni a quienes le rodean. Si siempre se le dice “si” a los pedidos que hacen los hijos, ellos no aprenderán el significado (y el valor) del “no”. Los límites firmes, cuando son necesarios, le ayudan a los niños a moverse de manera segura y armoniosa a lo largo de su vida. Los padres que practican la disciplina con amor, piensan con cuidado cuáles límites son importantes y cómo ayudar a sus hijos a aprender a satisfecer sus necesidades dentro de dichos límites.
Mito 2: Disciplina con amor significa padres pasivos. ¡Al contrario! Debido a que los límites y el respeto son aspectos importantes, los padres que usan disciplina con amor son doblemente activos. En algunos métodos de disciplina tradicional, un padre puede hacer una demanda desde el sofá y luego castigar al niño por no complacerlo y considerar esto disciplina. Practicar la disciplina con amor requiere una activa participación de los padres, en la medida en que consideran qué expectativas son realistas de acuerdo con el nivel de desarrollo del hijo. Se toman el tiempo para bajarse al nivel de cada hijo y comunicarse con ellos de una manera en la que realmente cada niño entienda. Tratan de ser proactivos, adelantándose a los problemas cuando es posible. Aprenden acerca de sus propias reacciones y cultivan aquellas que son pacíficas. Involucran a sus hijos en la búsqueda de soluciones y les ofrecen la ayuda material que sea necesaria. ¡Es un trabajo duro!
Desde el sentimiento hasta las acciones, la disciplina con amor implica que los padres estén completamente presentes y comprometidos.
¿Cuándo iniciar la disciplina con amor?
Tan pronto como los padres descubran que la quieren para su familia. El bebé se beneficiará con su empatía y respeto cuando la madre lea sus señales y responda amamantándolo o meciéndolo. Cuando un bebé empieza a gatear la disciplina con amor toma la forma de ayudarle a mantenerse a salvo mientras explora. Estar a tono con el bebé y forjar habilidades positivas de comunicación mientras él se convierte en un niño que camina, será de gran utilidad a los padres en los meses y años venideros.
Por otra parte, nunca es demasiado tarde para cambiarse a la disciplina con amor. Muchos padres empiezan con patrones de disciplina más tradicionales y posteriormente se ven atraídos por la idea de disciplina con amor. Siempre es posible cambiar el camino. Brindar más empatía y respeto siempre puede fortalecer la relación padre-hijo y abrir nuevas opciones hacer juntos el camino.
Mito 3: Respetar al hijo debilita la posición como padre. ¿Qué tipo de fortaleza quiere tener? Sin duda, muchos padres piensan en la severa vieja escuela de la regla. Esta es la pavorosa, poderosa e improductiva escuela de “fuerza”. Pero al mirarla más de cerca y es posible ver una figura de autoridad engreída, alienante de los niños que tiene a cargo. Los niños pueden obedecer por miedo u odio hacia sí mismos, pero es poco probable que la severa vieja escuela de la regla permita que salga lo mejor de ellos. ¿Es esa la clase de fortaleza que usted quiere como padre?
El respeto y la empatía hacia su hijo llevan a los padres a adoptar una clase diferente de fortaleza. Una fortaleza que viene directamente de su propia humanidad y se conecta con la del hijo; que les ayuda a escuchar a su hijo y a tener en cuenta sus necesidades junto con las suyas propias. Se necesita más coraje para ser vulnerable ante los ojos del hijo, que para apoyarse en un rol autoritario y de superioridad.
El verdadero respeto es una calle de doble vía. Existe el gran temor en nuestra sociedad de que tratar al niño con respeto lleva a que éste le pierda el respeto a sus padres. Algunos métodos de disciplina insisten en que el respeto es una calle de una sola vía donde los padres merecen todo y los niños nada. Se necesita repensar esta creencia:
Hay que tener presente que decir que los niños merecen igualmente dignidad y respeto, no significa decir que la relación con el niño deba ser, en sí misma, de igual poder. Los padres tienen una visión más amplia y mayor experiencia. Estos son activos que ellos, como cuidador adulto le brindan al hijo. Ellos también tienen más responsabilidad por las elecciones que rodean a su hijo, de lo que él tiene. El hijo busca que sus padres ejerzan su autoridad de manera que todos se mantengan a salvo y que la vida fluya tanto como sea posible. Entre más respeto y empatía le brinde un padre a su hijo, más se fortalece su autoridad como persona benévola. El respeto tiene más vitalidad cuando es de doble vía. Cuando los padres tratan a su hijo con respeto, es más factible –y no menos- que él busque formas respetuosas de tratarlos a ellos y a los demás.
¡Empático no significa blando! Al contrario, la verdadera compasión hacia los hijos, le da a los padres fortaleza como tales y los lleva a proceder cuidadosamente. Les permite ver lo lindo y lo bueno que hay en cada hijo. Desde ahí, ellos pueden encontrar soluciones más positivas y poderosas. Algunas veces puede requerir paciencia adicional para enfocarse y conectarse desde la compasión con el hijo, particularmente si hay conflicto de por medio. Pero cuando se logra, esto da a los padres la fuerza para hacer elecciones más sintonizadas con su hijo y con ellos mismos.
Mito 4: La disciplina con amor no es efectiva. Puesto que la disciplina con amor se dirige más a guiar a cada hijo y no simplemente en erradicar comportamientos, le ayuda a los padres a dejarle espacios a los hijos para que continúen equivocándose en la medida en la que van aprendiendo. Nuevamente, la eficacia de la disciplina con amor puede ser medida más por la calidad de la relación padre-hijo, que por la rapidez con la que se hace desaparecer un comportamiento.
Al introducir el miedo en la ecuación, la disciplina tradicional puede, algunas veces, ser más rápida para detener un comportamiento indeseado. Pero asumir que la disciplina tradicional es más efectiva, incluso alcanzando esta meta, puede ser más fantasía que realidad. Con frecuencia, la naturaleza activa del castigo hace parecer que los padres están siendo muy eficientes. Pero hay que mirar detenidamente: en muchas ocasiones el comportamiento y el castigo se repiten permanentemente e incluso aumentan. Algunas veces el niño aprende a no ser descubierto y no a identificar qué es lo que hay de problemático en su comportamiento y mucho menos a saber cómo satisfacer sus necesidades.
La disciplina con amor ofrece formas de establecer y de mantener los límites, de manera tal que el niño se convierte en un participante activo, más que en uno pasivo o resentido.
¿Estoy aplicándola ya?
Mientras que algunas personas tienen la concepción errada de que la disciplina con amor es una paternidad inexistente, muchos se preocupan justamente por lo contrario, piensan que va a demandar más de ellos, de lo que ellos pueden hacer. Efectivamente, muchos padres, convencidos de la importancia de la empatía y respeto en su forma de criar, se sienten inseguros de afirmar que ellos ‘practican’ disciplina con amor. “¡Pero si yo me encuentro muy lejos de la perfección!”, es una de las reacciones. ¿Qué hay de equivocado en esta visión? ¿Cómo pudo la disciplina con amor entrar en el ámbito de los míticos super mamás y super papás?
Vamos a alejarnos de ese costoso malentendido y a mirar detenidamente qué no es disciplina con amor: ·
Las anteriores son ideas son más cercanas a un estilo de crianza tradicional, la cual hace mucho énfasis en lo que está bien y en lo que está mal y tiende a tener expectativas irreales tanto de padres como de hijos. Con frecuencia, estas ideas se mezclan con percepciones que se tienen acerca de la disciplina con amor, pero de hecho, no tienen nada que ver con ella. La disciplina con amor busca ir más allá de la dicotomía bien-mal y adopta una mirada real sobre padres e hijos.
Cuando los padres se esfuerzan seriamente por basar la crianza en la empatía y el respeto, realmente no hay manera de “hacer” mal la disciplina con amor. La disciplina con amor tiene una creencia profunda: entre más ternura y suavidad le pueda dar a su hijo y a usted mismo, mejor. Se cree en ello o no. No es algo que pueda hacerse mal. En la medida que los padres incluyan esta creencia en su vida familiar, encontrarán todo el espacio del mundo para mostrarse como son, para comprometerse con el confuso y significativo arte de desarrollar una relación con cada hijo, donde puede haber errores y a la vez sentirse bien consigo mismos, como padre/madre, a lo largo del camino.
Cuando los padres contemplan decir “practicamos disciplina con amor”, ¿vienen pensamientos negativos a sus mentes? “Pero si el comportamiento de mis hijos algunas veces me avergüenza en público”. “Algunas veces pierdo mi buen genio”. Ser consciente de estos pensamientos, les da la posibilidad de abrir espacio, tanto para los padres como para los hijos, dentro de la concepción de disciplina con amor. Pensar de dónde pueden venir las reacciones negativas y comparar con algún amigo de confianza lo que ocurre, puede ayudar a manejarlas mejor y a reemplazarlas con creencias más positivas acerca de la forma de ser padre.
La disciplina con amor no es algo lejano o inalcanzable. Si los padres la quieren, es suya ahora mismo. Como si fuera un sweater muy cómodo, la disciplina con amor es una creencia que puede abrigar a la familia entera, si los padres lo permiten.
Podemos cambiar el mundo
Nuestra sociedad, como un todo, se encuentra desgarrada en muchos sentidos debido a hábitos que se perpetúan a sí mismos: poder y control. Este patrón es reversible. Las generaciones recientes de padres han hecho progresos y se han alejado de los severos modelos autoritarios del pasado. A medida que avanza, el movimiento hacia una paternidad más respetuosa tiene un tremendo potencial.
Usted no puede chasquear los dedos y cambiar el mundo en un instante, pero si tiene el poder sobre la orientación que le da a su propia vida, su forma de tratar a la gente con la que se encuentra y más importante aún, usted puede ser el artífice de nuevas posibilidades para su familia. Usted puede cambiar el mundo desde su familia hacia el exterior.
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